sábado, 15 de noviembre de 2014

DEL VALLE SALAZAR Y RONCAL


FINDE POR NAVARRA
Para éste fín de semana (u otro) os he preparado con la colaboración de elcaminodemarian, un bonito recorrido por Navarra, comenzaremos por el Valle de Salazar y terminaremos en el Valle de Roncal.



Ochagavía e Irati, dos postales pintorescas del Pirineo navarro
Parece una imagen de postal pero Ochagavía es real.  Pintoresco pueblo del Pirineo navarro por el que nos va a parecer que nos adentramos en un cuento nórdico.

Ochagavía e Irati, dos postales pintorescas del Pirineo navarro


Ochagavía nos sorprende con esta peculiar estampa de su río Anduña separando la población. Con ese puente de piedra medieval que enlaza las dos partes de la villa. Sus casas son edificaciones de muros blancos decorados con piedra. Se miran frente a frente, muy ordenadas, pulcras y sencillamente coquetas. Rinden homenaje, sin salirse del guión, al río que las separa unos metros.

A las dos orillas, Ochagavía. En el río, tres puentes que enlazan todos los rincones de este encanto pirenaico. Y como un abrazo muy grande, el valle que la cobija, denso, brillante durante el otoño, blanco y puro durante el invierno.

Ochagavía e Irati, dos postales pintorescas del Pirineo navarro


Es ese rinconcito del Pirineo navarro que no importa que luz natural reciba porque sigue siendo muy emblemática y acogedora. Es alegre y activa cuando los rayos de sol se reflejan en el agua del río e intensifican los colores vivos de las flores de sus ventanas o de los tejados de sus casas.

Resulta muy romántica cuando cae una ligera llovizna que la cubre de sensaciones que podemos sentir a flor de piel. Rítmicas  gotas de lluvia que caen sobre el río o golpetean con una melodía constante sus calles y caminos. Se convierte en un lienzo muy especial cuando se ve sorprendida por los primeros copos de nieve.

Callejones empredados de anchos escalones que van salvando poco a poco la pendiente. A los lados, las casas bien ordenadas, cálidas y silenciosas.

Ochagavía e Irati, dos postales pintorescas del Pirineo navarro

Ventanas abiertas que parecen que nos guiñen a nuestro paso con esos visillos que las separa del mundo exterior y con esas flores acostumbradas a brillar aunque no haga calor.

En Ochagavía no hay simbiosis con la naturaleza que la rodeaPero tampoco hace falta porque es un pueblo típico de algún cuento que se halla escondido entre sus bosques.

Comenzamos el recorrido por el Valle de Roncal, 



El otoño en el Hayedo de Belagua

Como un pintor enfurecido con su paleta de colores, el Hayedo de Belagua
nos despliega todo su cromatismo cuando llega el otoño en Navarra.





Con el comienzo de esta estación tan especial para la naturaleza, los bosquesde hoja caduca comienzan el ritual de mostrar su silueta altiva. Sus hojas se desprenden de ellos cayendo como una lluvia de colores anaranjados y amarillos tapizando el camino.

El Hayedo de Belagua resulta un bosque melancólico y mágico para todos aquellos que queramos adentrarnos en él. A final del verano, las hayas y robles, comienzan a cambiar su tonalidad. Su verde intenso de la época estival va mudando a colores más cálidos y apagados.

En tan solo unas pocas semanas, nuestro rincón tan especial se habrá engalanado de sus mejores colores nostálgicos, de sus aromas a tierra mojada y de esa neblina fina que entra en él sin dejar filtrar los rayos solares.



Y si caminamos con mucho sigilo y en silencio es muy posible que hasta podamos ver pequeños animales recogiendo frutos silvestres ante la inminente llegada del frío.



Para terminar bien sólo nos faltaría unas buenas migas en la Venta de Juan Pito, pero ésto ya es cosa vuestra.


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